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Paisajes sonoros – Sorogain

Noche sin luna, zapatos con suela de goma, gritos de “Alto”, capas de lana,
carreras…. estas palabras pueden situarse perfectamente en una noche cualquiera en
muchos pueblos del pirineo navarro en los años 50.
Son palabras relacionadas con el estraperlo o contrabando; un trabajo que, sin serlo ni pretenderlo, terminó siendo un oficio.

Lugar de difícil cobertura móvil. Os recomendamos, llevar el podcast descargado desde la web y escucharlo in situ.

Os invitamos a recorrer este pequeño camino de 2 kilómetros que se adentra en un bosque mágico. Después podéis disfrutar de las praderas donde en verano pastan caballos de raza Burguete y vacas Pirenaicas. También os podéis acercar hasta el mirador maravilloso que existe y desde donde se observa todo el valle de Alduides.

Desarrollado, sobre todo durante la mitad del siglo XX, el también conocido como “trabajo de la noche” (Gaueko Lana) sirvió para que muchas familias del Valle pudieran seguir adelante.

Eran tiempo difíciles, de escasez y penurias. En una noche una persona que se dedicaba al contrabando, ganaba más que trabajando de manera legal en cualquier oficio o trabajo.

Se pasaban estrecheces y había que llevar dinero a casa. No sólo los contrabandistas se beneficiaban del estraperlo, si no que los propios guardias también participaban de este negocio, ya que su paga tampoco era mucho mejor que el sueldo que podía obtener una persona trabajando en el monte, con el ganado, etc.

Un rasgo común a todos los contrabandistas era su discreción: en ella estaba el que llevasen el paquete a buen puerto y cobraran o incluso la propia vida.

Lo más característico: el paquete a la espalda sujeto por el kopetako en la frente…pero… ¿qué llevaban en ese paquete? Eran productos comestibles como el café y la sacarina o artículos considerados de lujo como podían ser perfumes y puntillas.

También durante esos años se pasaron por la frontera animales, sobre todo caballos. Estos eran más difíciles de controlar ya que tenían que ir atados unos a otros con una cuerda formando una hilera. También era más ruidosos ya que las herraduras en la noche era como el repicar de unos tambores en una noche de calma.

Era un trabajo exigente, por eso casi todos los contrabandistas eran jóvenes y también la gran mayoría hombres, sin embargo las mujeres también desempeñaban un papel, aunque no tan activo. Ellas eran las encargadas de vigilar y dar la señal de alarma si veían algún peligro.

Contrabandistas Valle Erro

Artículo en diario de noticias sobre vivencias de contrabandistas en el valle de Erro.

Pequeño vídeo de la ETB sobre el contrabando

Ignacio BeamountQueremos dar las gracias a Ignacio Beaumont Oroz , por su relato de cómo fueron sus años mozos en el contrabando.

IGNACIO BEAUMONT OROZ (1940, Urniza)

Nacido en Urniza fue de los últimos moradores del señorío. Durante sus años jóvenes, en concreto entre sus 17 y 20 años, con el fin de ayudar en la economía familiar, se dedicó al contrabando.

Aunque también pasó caballos, sobre todo su contrabando consistía en llevar paquetes al hombro entre la frontera de España y la gala.

Al Valle de Erro por dejarnos cedernos un espacio para colocar el cartel.

A la voz en Euskara de Jose Alberto Erburu.

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